martes, 30 de septiembre de 2008

Rufianes sin fronteras

En sólo unos días, muchos observadores y analistas se han lanzado a decretar la muerte del capitalismo. Asombroso. Si hace menos de dos décadas había quien se atrevía a declarar el fin de la Historia, proclamando a su paso el reinado absoluto del libre mercado que representaban los Estados Unidos, la actual crisis del sistema financiero –que ha motivado el intervencionismo de numerosos estados- ha abierto la veda del cuestionamiento del statu quo imperante.

A falta de alternativas plausibles –toda vez que el socialismo ya ha sido suficientemente desacreditado- y mientras cruzamos los dedos para que el castillo de naipes que hemos levantado no se desmorone sobre nuestras cabezas, igual no está de más preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí. Ya sé que resulta fácil ser profeta del pasado pero, quién sabe, puede que a fuerza de escribir un millón de veces en el encerado “la hemos cagado”, podamos aprender algo para el futuro.

Dado que el diagnóstico parece fácil (desregulación, codicia, especulación, batacazo), merece la pena detenerse en aquellas miradas que, rebosantes de mala leche a raudales, puedan servirnos, si no para proporcionarnos consuelo, sí al menos para dar rienda suelta a nuestra bilis contenida. En este sentido el artículo publicado este pasado lunes por José María Izquierdo en El País (‘Un hatajo de rufianes y la jodida mariposa’), reúne todos los ingredientes. Cuenta la historia de José K., un ciudadano corriente que “Ha soportado con dificultad el progresivo e imparable avance mundial de tanto y tanto dirigente político ultraliberal, feroces enemigos de la presencia del Estado en la vida económica, encarnizados defensores de que sean los mercados quienes regulen la actividad financiera”. A K. le reconcome comprobar cómo el Estado arroja un salvavidas a los causantes de la crisis –al tiempo que los grandes directivos perciben indemnizaciones millonarias-, mientras Paco García Pérez, carpintero y primo segundo de su vecina, se ha quedado sin su empleo en Vallecas.

Y hace la siguiente lectura:

“A saber: sufrimos los efectos de los actos de rapiña de una pandilla de sinvergüenzas y rufianes que han llevado a sus empresas a la ruina y han puesto en jaque a todo el sistema financiero mundial mientras se embolsaban más y más millones de dólares con ejercicios tan delictivos como multiplicar los papelillos de hipotecas imposibles -papel del Monopoly- y venderlas por todo el mundo. Es lo más parecido a un delito reconocible por todos: hacer billetes falsos e intentar pasarlos como buenos en casinos y prostíbulos. Pero Fuld [presidente de Lehman Brothers] y los demás eran mucho más finos que los patanes de la mafia y solo les vendían recortes de periódicos a bancos de medio mundo a precio de angulas. Era el timo de la estampita con marchamo de producto financiero para entendidos. Ya saben: no cuentes a mi madre que soy consejero delegado de un banco de Wall Street; dile que soy pianista en un burdel. Y a todo esto, ya casi grita José K., con la vena de siempre en la frente, tenemos a la jodida mariposa revoloteando a nuestro alrededor y tocando los mismísimos con su efecto, y dejando en la calle al primo segundo de su vecina.

Con todo, lo que más le indigna es con qué facilidad presidentes y secretarios del Tesoro han encontrado ahora cerca de un millón de millones en las arcas del Estado, cuando jamás hallaban unas pesetillas para mejorar las becas, para dar casa a los damnificados por el Katrina, para atender a los homeless o para cargarse de un plumazo con el insulto de socialista cualquier proyecto de universalizar la atención sanitaria. Y eso que no quiere entrar José K. en las desigualdades mundiales y la miseria en el Tercer Mundo, para el que las mismas instituciones nunca, nunca, encontraban el dinero para la ayuda. No se le mueve un pelo de la barba a José K. para mantener vivo, en estas circunstancias y porque cree en ello, su ya conocido discurso del elogio del panfleto y la reivindicación de la demagogia.”


Y como no hay nada mejor para hablar de cosas serias que el humor, os recomiendo también que le echéis un vistazo a este vídeo. Aclarará cualquier tipo de interrogante que aún pudieráis tener sobre las causas de la crisis (echando de paso unas risas). Dura unos 8' y lo he cazado en netoraton. Quién dijo que el humor inglés no tiene gracia.

2 comentarios:

El pecador de la pradera dijo...

“A saber: sufrimos los efectos de los actos de rapiña de una pandilla de sinvergüenzas y rufianes que han llevado a sus empresas a la ruina y han puesto en jaque a todo el sistema financiero mundial mientras se embolsaban más y más..."

Vaya, este hombre ha descubierto la pólvora. Le ha faltado añadir al listado de sinverguenzas y rufianes a unos cuantos hijos de puta y otros pocos inútiles que campan por empresas y cargos políticos varios (especialmente algunos que conozco).

Añadir que todo esto podía haberlo escrito este hombre antes y los pobres europeos habríamos actuado en consecuencia, porque está claro que la culpa de la ruina presente es de EEUU. Europa (especialmente los bancos) sólo se llenó los bolsillos gracias a nuestros avezados políticos y banqueros y no al ciclón económico americano. Eso sí, toda la culpa es americana, porque nadie, nadie, nadie podía esperar este crack, mucho menos nuestros políticos y banqueros, claro.

Eso sí, disfruto un montón con columnas tan certeras y clarividentes como ésta. Lástima que se escriban ahora. Claro que las de antes se dedicaban a elogiar a Rato, a Solbes y a su puta madre por sus impresionantes conocimientos económicos.

Anónimo dijo...

Estimado pecador:
Comparto su indignación y me irrrita igualmente el oportunismo de algunos. Pero seamos justos. No podemos decir ahora que nadie lo predijo -desconozco si así ha ocurrido con el responsable del artículo que cito- cuando desde hace años algunos vienen avisándonos de lo que se nos podía venir encima. El propio Stiglitz, por ejemplo, y otros denostados pensadores de la llamada izquierda (y no me refiero a sus políticos), ya sabe, esos rencorosos agoreros empeñados en amargarnos el dulce de la panespeculación que habíamos instalado, nos habían advertido de que tarde o temprano la situación se volvería ingobernable.
En cualquier caso, para saber de la codicia del sistema financiero -y de las consecuencias que podía acarrear para la sociedad- sólo hacía falta haber visto la peli 'Wall Street' de Oliver Stone. Vamos, que hemos tenido tiempo suficiente para enterarnos. Pero, nos convenía hacer oídos sordos, pedir créditos para cámaras digitales, cruceros, reproductores de DVD´S, coches de alta gama -antaño reservados a los ricos-; invertir en suelo o comprar acciones de compañías cuyo valor en el parqué centuplicaba el real. Tal había sido el triunfo del liberalismo económico que hasta las izquierdas picaron. Cómo competir electoralmente con un adversario que les garantizaba a los votantes una felicidad inmediata sino prometiéndoles lo mismo. Los pocos que no pasaron por el aro, sólo recibieron las burlas e insultos de los demás. Porque que ahora los defensores de que el mejor gobierno es aquel que menos gobierna, tengan que inyectar dinero público a saco es algo "doloroso pero inevitable". Sin, embargo, qué pensábamos hace cuatro días de quienes defendían un papel más activo de las instituciones en la economía. Pues más o menos que eran unos chupópteros que añoraban el estalinismo, unos desfasados que no aceptaban el triunfo de la única y verdadera doctrina: la ley del más fuerte. Porque pecador, el mundo no necesita un cambio de sistema, sino de conciencia. Aceptar de una puñetera vez que tenemos que rebajar nuestras pretensiones, recortar nuestras necesidades. Materialista como es uno, no hablo de una nueva espiritualidad, sólo de sentido común.
Gracias por sus comentarios.
apocaliptico.

 
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