sábado, 8 de marzo de 2008

Hermesiana. Kennedy y el futuro

Los españoles hemos sido sometidos a dos duras pruebas en las dos últimas campañas en forma de sendos atentados terroristas a escasas horas de celebrarse unas elecciones generales. Hoy, España constituye una rara excepción dentro de la comunidad de las democracias avanzadas. El terrorismo es un fenómeno de alcance universal, pero el terrorismo nacionalista de ETA es un incomprensible y salvaje reducto del pasado al que estamos en la obligación de responder unidos.

Desde el pasado 11 de marzo de 2004 nuestra clase política ha proporcionado numerosas muestras de debilidad, torpeza y ambición. Pero la ciudadanía ha sabido casi siempre estar a la altura. En plena jornada de reflexión, y subsumidos aún en la ira, la frustración y la confusión por el reciente atentado no deberíamos caer en la desesperanza. Sólo hay que echar la vista a atrás para percatarse de los grandes obstáculos que la sociedad española ha tenido que superar. Yo no sé si la mejor respuesta a los intentos de erosionarnos y dividirnos es acudir masivamente a las urnas. Aunque, desde luego, una alta abstención sería considerada como un triunfo por los terroristas. Pero de lo que no me cabe duda es de que debemos exigir al próximo presidente del gobierno, sea el que sea, altura de miras, de que sea capaz de entonar tras su triunfo aquellas palabras de JFK en su discurso tras proclamarse como 35º presidente de los Estados Unidos: “No asistimos hoy a la victoria de un partido sino a una celebración de la libertad”.

Hoy cada cual tiene ya decidido su voto, pero si esta jornada tiene un sentido es precisamente el de reflexionar sobre la tarea que todos tenemos por delante. Ser capaces de recoger la “antorcha” de la democracia sin quemar al de al lado es una obligación moral.

4. John F. Kennedy. Un acto de libertad

“Los clarines vuelven a llamarnos. No es una llamada a empuñar las armas, aunque armas necesitamos; no es una llamada al combate, aunque combate entablemos, sino una llamada a sobrellevar la carga de una larga lucha año tras año, "gozosos en la esperanza, pacientes en la tribulación": una lucha contra los enemigos comunes del hombre: la tiranía, la pobreza, la enfermedad y la guerra misma.

¿Podremos forjar contra estos enemigos una alianza grande y global al norte y al sur, al este y al oeste que pueda garantizar una vida fructífera a toda la humanidad? ¿Quieren participar en esta histórica empresa?

Sólo a unas cuantas generaciones, en la larga historia del mundo, les ha sido otorgado defender la libertad en su hora de máximo peligro. No rehuyo esta responsabilidad. La acepto con beneplácito. No creo que ninguno de nosotros se cambiaría por ningún otro pueblo ni por ninguna otra generación. La energía, la fe, la devoción que pongamos en esta empresa iluminará a nuestra patria y a todos los que la sirven, y el resplandor de esa llama podrá en verdad iluminar al mundo.

Así pues, compatriotas: pregúntense, no lo que su país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país.

Conciudadanos del mundo: pregúntense no qué pueden hacer por ustedes Estados Unidos de América, sino qué podremos hacer juntos por la libertad del hombre.

Finalmente, ya sean ciudadanos estadounidenses o ciudadanos del mundo, soliciten de nosotros la misma medida de fuerza y sacrificio que hemos de solicitar de ustedes. Con una conciencia tranquila como nuestra única recompensa segura, con la historia como juez supremo de nuestros actos, marchemos al frente de la patria que tanto amamos, invocando su bendición y su ayuda, pero conscientes de que aquí en la tierra la obra de Dios es realmente la que nosotros mismos realicemos.”

Discurso completo.

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