viernes, 7 de marzo de 2008

Adivinos

En apenas 48 horas sabremos quiénes serán los ganadores de las elecciones nacionales y autonómicas. Con los candidatos apurando sus últimas horas de campaña y con los sondeos de última hora filtrándose por todos lados, el precio de las especulaciones está por las nubes. Quisiéramos poder pasar las páginas del calendario, pero, como no es posible, incluso los menos espiritualistas nos hemos lanzado a la futurología. Quién saldrá vencedor, con quién pactará en caso de no alcanzar la mayoría absoluta, qué hará el derrotado al día siguiente. Las cosas parecen pintarle bien a Zapatero y muy bien a Chaves, pero resulta complicado anticipar el resultado. Aunque siempre hay quien lo haga. En un programa de televisión, dos suplantadores de ZP y Rajoy llamaron por teléfono a sendas pitonisas. Casualmente cada una daba por vencedor al candidato que presuntamente la había llamado.

El que aquí les habla, ha tenido la nefasta idea de buscar -en un ejercicio que no recomiendo a nadie- qué es lo que dijo hace cuatro años al acercarse la anterior cita electoral. La curiosidad mató al gato y a mí me han entrado ya sudores al observar el grado de fiabilidad de mis pronósticos. Aquella "quiniela", que he tenido que rescatar de entre una montaña de periódicos polvorientos, empezaba bien. Los españoles -decía el menda- “afrontaban las elecciones menos emocionantes de la era democrática”. No tengo que recordarles lo que se ‘animó’ luego la cosa. Respecto a las posibilidades del candidato entonces aspirante, Rodríguez Zapatero, un servidor escribía: “Frente a los ideólogos de la FAES, Zapatero ha demostrado activamente su incompetencia en todo lo que tenga que ver con la ‘plata’ (dinero)”. Por si no quedara clara la idea, el adivino apostillaba: “La clase media española no parece dispuesta a entregar sus de por sí hipotecadas vidas a los Caldera, Blanco, Sevilla o Sebastián”. Tal y como marcha la economía, más de uno suscribiría hoy este juicio, pero, desde luego, el vaticinio no pudo estar más alejado de la realidad.

Bien es cierto, y sin que esto me exima de ser un arúspice más que amateur, que en 2004 el panorama cambió sustancialmente en la recta final de la campaña. Cuando todas las encuestas daban a Rajoy por vencedor, los atentados del 11-M y la negligente gestión informativa de la tragedia por parte del Gobierno de Aznar, le dieron la vuelta a la tortilla. En esta ocasión, no se esperan grandes ‘sorpresas’ pero nuestra corta experiencia democrática nos sobra para saber que, como en el ‘93, cuando Felipe derrotó a un Aznar virtualmente ganador, hasta el escrutinio final todo es posible.

En Andalucía, la cosa parece distinta. “Chaves amenaza con adquirir las trazas míticas del líder hispanoamericano, con el mérito añadido de haber sido gracias a los votos de los ciudadanos”. Es lo que dije hace cuatro años. Y con una legislatura de por medio y terremoto interno incluido, mantengo ahora que el PA (llámese CA) se propone “seguir nutriendo el regionalismo más vacío de las invertebradas Españas”.

Dicen los que saben de esto que una alta participación beneficiaría al PSOE. En Ferraz, tan laicos ellos, rezan para que no llueva, con la faltica que hace. En Génova, han llamado a unos indios sin papeles para que bailen la rueda.

Así las cosas, la cotización de los hombres del tiempo se ha disparado. Los asesores politicos han descubierto que son ellos, y no los sociólogos quienes conocen el resultado final.

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